Paseos simultáneos, de Jordi Corominas i Julián

•junio 30, 2010 • 1 comentario

Mirar, escuchar y recoger. Estos tres verbos son los que parecen regir el proceso de escritura poética que Jordi Corominas i Julián plasma en su libro Paseos simultáneos, recientemente publicado por Ediciones Vitrubio. De este poemario se desprende una imagen del poeta como rastreador y de la escritura como búsqueda y ensamblaje de fragmentos, hilos y actos de lenguaje ajenos que sorprenden o llaman la atención por su rapidez o su permeabilidad, en el marco de una Barcelona descoyuntada, abierta y volátil.

Los pájaros os invitamos, a continuación, a dejaros caer por algunas de las páginas del libro con una selección de sus poemas.

BALCONES

Buenos días.
Una imagen
en la bañera
me informa
de una
desgracia:

Las nuevas casas no tendrán balcones.

La mía, todos los del Universo.

LIMITACIONES

Berkeley University,
la conocí en
Clase de Japonés.
¡Marvelous!
Patrimonio de
la Humanidad,
excepto por ruidos,
y ambulancias.
El profesor explicaba
el sentido.

EL BAR EN LA OSCURIDAD

¡Camarero, por favor!
Quiero patatas con mostaza
y una cerveza, una de palillos
no muy pasados.
Los edificios roncaban
entre ladrillos
de metal carbonizado.
¡Bonita Cataluña!
Great!

ESTUDI

Fer un estudi sobre
l’orgasme de la dona
en funció de l’
expressió dels
ulls.

BELLEZA DEL INSTANTE

el barrendero contempla a
la mujer, como si de un
animal mítico
se tratara, su cara
de ayer, era
el cuello torcido por
el sorteo de sillas. Anoche
estuve con Venus y calibro
espejos continuos rescatadores
del instante.

Los invencibles, por Ginés S.Cutillas

•May 18, 2010 • 1 comentario

Sólo las obligaciones logran sacar a regañadientes de la cama a los invencibles. Tan fuertes y seguros de la verdad, desayunan sin masticar, se visten sin acordarse de que lo han hecho, se miran, con dientes en los ojos.
Es cuando abandonan el santuario de sábanas tibias que dudan; es cuando se separan en el metro cada mañana, que la ciudad que representa cada uno de ellos se ofrece al enemigo, sin murallas. Debilitados, se enfrentan a otra jornada de pantallas frías y llamadas urgentes para quien las realiza. Monotonía que se interrumpe a veces con un mensaje al móvil de ella, a veces con un correo electrónico de él –si hay suerte, hasta con algún encuentro al mediodía-, para recordarse mutuamente que la vida no es eso, que ellos conocen la verdad y que la repasarán aquella misma noche –como todas las del último mes- en su santuario, donde son fuertes y bellos: invencibles.

*****

Ginés S. Cutillas es ingeniero informático por la Universidad Politécnica de Valencia y licenciado en Documentación por la Universidad de Granada.

Autor de ‘La biblioteca de la vida’ (Fundación Drac, 2007) y de ‘Un koala en el armario’ (Cuadernos del Vigía, 2010). Su obra ha aparecido también en varías antologías de relatos y microrrelatos, como ‘Ficción sur’ (Traspiés, 2008), ‘A contrarreloj II’ (Hipálage, 2008), ‘Por favor, sea breve 2’ (Páginas de espuma, 2009) o ‘Sólo cuento’ (UNAM, 2010).

Entre los galardones que ha recibido se encuentran el Premio Internacional de Minicuento El Dinosaurio 2007 (Feria del libro de La Habana), el de la Feria del libro de Granada 2006, el de relatos de la Fundación Drac 2007 y el microrrelatos Literatura Comprimida 2006.

Colabora en diversas revistas literarias, como ‘El oteador de los nuevos tiempos’, ‘Prometheus’, ‘Spejismos’, ‘En sentido figurado’ o ‘Papeles de humo’.

Actualmente vive en Barcelona.

Web: http://www.ginescutillas.com/

Un koala en el armario: http://www.unkoalaenelarmario.com/

Poemas de «Los tres ríos de Kiso», el nuevo libro de Ventura Camacho (Alea Blanca, 2010)

•May 4, 2010 • 4 comentarios

Ilustración: Stella Rubio

[Los tres ríos de Kiso]

Todo lo que éramos

lo dejamos frente a los tres ríos de Kiso.

La leve y frágil divisoria entre una mano tendida hacia el infinito,

lo que tú llamabas Puente Celestial,

y su mano opuesta,

arrastre de cargas y condiciones.

Tres ríos y dos destinos.

Aprendíamos

el noble arte de la elección

y sus afluentes.

Rompimos todos los viejos contratos

con trabajada ternura

y una impostada capacidad  de desapego

terminó siendo la única salvación para el respeto,

el paño caliente que retira la suciedad de las cosas

que tienen su inicio en el amor.

¿Dónde irá el curso de este pensamiento?

¿Qué caudal será ahogo o reflote?

Tú decías todo cuanto sabías sobre geografía sin mirarme a los ojos.

Lo habías hecho siempre frente a los ríos.

Reías nerviosa tu caudalosa ansia de mundo

como si todo, además de inevitable,

tuviera en tus brazos

la voluntad de mecerse.

En ese balanceo hacia el sueño

el día funde a negro.

Pero antes el monte se hace rosa

y algo frena el tiempo

y nos atrapa.

***

[Setsuko Hara]

Hay que aprender a vivir de otra manera, nos decíamos,

seguir el ejemplo de Setsuko Hara,

desaparecer ante los ojos de la fama,

no envejecer,

no dejar rastro sobre la arena,

no dejar sombra en las palabras,

contemplar el mar desde un lugar incierto,

acaso ignorado por nosotros mismos,

y honrar la memoria de Yasuhiro Ozu

con flores y rezos.

Hay que dejar de ser nosotros por un tiempo

para aprender del goteo su quietud,

para aprender del ser humano su penumbra,

la falta de luz,

la virtud de lo innombrable,

lo que tiene de pena la alegría

bajo la sombra del sauce.

Pero sobre todo, hay que dejar de ser los otros para siempre,

seguir el curso inverso del aprendizaje común,

desoír a los que no nos dejan ser lo que queremos,

a los que oprimen el kimono y asfixian voluntades,

a los que no nos dejan desear el vacío, el silencio, la nada,

a los que pretenden ser más hermosos que el monte Fuji,

es decir, a los que tienen voluntad de imposible

y en lo pequeño y posible no hallan recompensa, ni sosiego.

Hay que aprender a vivir de otra manera,

seguir el ejemplo de Setsuko Hara

contemplar nuestra desaparición  por un tiempo.

————–

Ventura Camacho Rodríguez . Barcelona (1975).

Publica poemas en diversas revistas digitales y aparece en los fanzines La Bella Varsovia (Córdoba) y El Elefante Rosa (Granada).

Premio Federico García Lorca 2006 de Poesía de la Universidad de Granada con la obra De Nagasaki a Novosibirsk.

Funda la revista digital www.ciudadpoetica.com y la Asociación Cultural homónima, para la difusión de la poesía granadina y el fomento de la lectura. Coordina el Ciclo de Lecturas Radiográficas que pretende ofrecer una muestra de diferentes tendencias en la poesía escrita en Granada.

Publica Alas de Insecto (Alea Blanca, 2006), libro de poemas que reflexiona sobre la vida en un centro residencial de menores, fruto de sus experiencias vividas como educador, y la plaquette “Pedagogía del Adiós”, con la Asociación Cultural El Diente de Oro dentro del Ciclo “Vitolas del Anaïs” coordinado por Marta Badia.

Aparece en la antología publicada con motivo del Encuentro Poético Intergeneracional Alea Blanca 2008.

Participa en el Festival Internacional de Poesía de Granada 2008 dentro del Ciclo “Ultimísima poesía granadina” y en Barcelona, junto a Verónica Vinck, en el Proyecto “Ventanas”, coordinado por Agustín Calvo Galán.

Es uno de los 13 poetas que participan en la antología de DVD Ediciones “Monstruos en su Laberinto(13 poetas barceloneses que escriben en castellano) coordinado por Juan Manuel Macías.

En 2010 publica “Los tres ríos de Kiso” (Alea Blanca) con ilustraciones de Stella Rubio.

Nana Blanca, de Carmen Juan Romero

•abril 26, 2010 • 1 comentario

La Blanca pasea sin rumbo por las calles de una ciudad muerta, dando puntapiés a piedras, cacharros oxidados y juguetes rotos. Silba canciones que carecen de ritmo y se inventa poemas que no riman, con tanta facilidad como los olvida después. Sus versos hablan de sombras que le enredan el pelo y se cuelan por debajo de su falda sucia, y también de madres que no mecen cunas y de flores marchitas que intentan seguir viviendo. Todas esas historias son la suya.

Lleva un cinto negro atado al brazo con una bonita lazada. Uno de los extremos cuelga hasta la punta de su dedo anular, y el borde deshilachado le hace cosquillas. El otro lado es tan largo que lo arrastra por los callejones para no perderse, para recorrer toda la ciudad una sola vez. Es la única huella que deja, una cinta en el suelo.

Ya no le queman los pies descalzos sobre la grava, y a veces hasta sonríe. El niño de los cartones tiene miedo de esas sonrisas, porque están huecas y huelen raro. Al principio huían uno del otro, luego se buscaron a escondidas, espiándose entre los escombros. Ahora se ignoran la mayoría del tiempo, que pasa más lento aquí que en cualquier otro lugar. Ella canta, silba y patea mientras camina y camina. Él juega con los perros flacos, enfermos, y les cuenta cuentos de fantasmas cuando cae la tarde. Los animales se sientan a su alrededor y él quiere creer que le entienden. Sólo cuando la noche es demasiado fría y los gritos antiguos vuelven de visita, el niño tira del lazo y la Blanca viene a abrazarlo para que se le pase el susto. Se aprieta contra su pecho y cierra los ojos, ella sonríe y el aroma a pena y putrefacción invade la ciudad. Entonces el niño se despierta, le pide que pare y se pone a llorar, siempre en el mismo orden. La Blanca lo acuna sobre sus piernas, sujetándole la cabeza, y le canta al oído una nana de madres que no pueden mecer a sus hijos. Y ya no sonríe.

—————————–


Carmen Juan Romero nació en Alicante el 28 de noviembre de 1990. Devora libros desde que consiguió juntar dos palabras. Escribió su primer cuento para el colegio, y después de ganar numerosos concursos escolares no ha cesado de inventar historias. Dice que si escribe es porque teme que tanta realidad la vuelva loca, esa es la única manera que encuentra para escapar.

En 2008, su relato Cuentos fue seleccionado para formar parte de la antología Relatos Urbanos en su cuarta edición, titulada Un libro llamado Deseo. En noviembre del mismo año resultó ganadora del I Concurso de Relatos Breves Contra la Violencia de Género de Navalcarnero (Madrid). Desde 2009 coordina el taller literario Preposición indecente en la Universidad de Alicante. Actualmente compagina sus estudios de Humanidades en la UA con su aprendizaje musical en el conservatorio, donde cursa Grado Medio de flauta travesera.

Un poema de Ana Vidal Egea

•abril 6, 2010 • 2 comentarios

La vida está en la calle, allí paso mis horas

cruzando carreteras segundos antes

de que los coches me embistan,

regresando a casa de madrugada

por calles de putas y travestis.

Bebiendo en bares donde todos me señalan

y según el humor, también en otros donde no existo.

Corro más rápido que la belleza,

más rápido que la velocidad permitida a mi edad

corro creyendo que habré de topar con algún límite.

Llevo corriendo desde que aprendí a correr.

y correré hasta morir o hasta que alguien me detenga.

Ana Vidal Egea (Dolores de pacheco, Murcia, 1984), es licenciada en periodismo (UCM)y acaba de terminar su tesis doctoral sobre la dramaturga Angélica Liddell (UNED). Después de dar muchos tumbos actualmente reside en Madrid. En 2009 ganó el Premio «La voz+ joven 2009» de Obra Social Caja Madrid y fue finalista del I premio del Grup Lobher de relato temático, del Premio Foto-Poema de la Revista de fotografía contemporánea Aula Poesía,  del concurso de crítica veraniega de la Revista Claves de Arte, del Premio Voces Nuevas y del I concurso de relatos de Mujeres Viajeras. También ha sido finalista del premio jóvenes talentos de la editorial Booket, grupo Planeta (2006, publicado en Booket) y del concurso de relatos El Fungible(2005,Publicado en Suma de Letras). Colabora con diversas revistas literarias, su obra también aparece en la Antología del beso. Enlaces http://es.wikipedia.org/wiki/Ana_Vidal_Egea y http://anavidalegea.blogspot.com/

Los números, por El Poeta Soldado

•marzo 31, 2010 • Deja un comentario


Plantar cruces
sembrar caminos

Los números no están solos
no son dioses
los números son personas
muy normales,
tienen un trabajo,
unos sentimientos
y
patologías como
la mayoría sexagesimal.

Los números son huesos
sepultados en fosas,
secretos tullidos,
arqueología emparedada
en el fango fraternal,
bajo palio y occidente.

Los números claman
ser útiles
zombies invisibles,
consultando la estadística
mascan reflejos triturados,
espejo ibérico consternado
porque
los silencios muerden
jibarizando Repúblicas
en
Bachilleres y pactos,
perpetuación del puro vertical.

Los números, aura maldita,
capa ferrolana
pegada a la tierra,
infinitesimal cáncer
que aturde, acongoja y destruye
democracias con calzador.

Cuando los números emerjan,
cuando floten en nuestra calculadora
las dos partes de la ecuación
podrán completarse
y
el texto llenará
sus lagunas.

Juntar colores
blandir la enseña
asesina de divisiones.

Aparecido originalmente en el monogáfico especial Los Números de la revista digital Calidoscopio (http://www.calidoscopio.net/)

El poeta soldado nació en Burgos en 1943. Tras finalizar su servicio militar, decidió formar parte del ejército español, en el que permaneció hasta 2002, cuando desapareció durante la invasión de la Isla de Perejil. Un personaje límite dentro de las letras españolas. Pronto tendréis más noticias de él…

Poemas breves de Amparo Bernal

•marzo 26, 2010 • 3 comentarios

 

 

HAY un ruido

que no se distancia

del silencio.

 

Ahí habita el GRAN error.

….

 

HAY un camino que se tuerce

en sus esquinas de sangre.

Nieve de suelas gastadas

sobremesa de la oscuridad.

….

 

LAS flores muertas cantan

al silencio de las piedras.

 

Antes de morir en ellas,

en el vaivén del aire,

fingen ser poemas.

….

 

UN poeta no sabe

qué mano mece estas palabras

qué aire las lleva hasta su zaguán.

 

¿Es la lluvia del pasado, luz

que presiente el inocente pulso?

 

….

SOY rehén en la pequeña veta de mí misma.

Una algarabía de luz mentirosa.

La equivocación de mi contraria.

….

 

Una vez más hago el amor contigo

Mientras el hielo
se deshace en el whisky
prefiero beberme las letras.
El gozo esta noche,
no está en los brazos
de un amante, elijo
el placer de tus páginas.
Al otro lado del teléfono
no reclamo la charla amiga,
urge, sin embargo, el diálogo
con tus palabras escritas.
Las únicas rayas evasivas
son las que subrayo
en tus párrafos.
En estos momentos,
me das lo que necesito,
por eso, una vez más,
tú el requerido.
(…hago el amor contigo)
Del poemario Algunas noches.

 

Amparo Bernal (Cádiz, 1959) Diplomada en profesorado de E.G.B. Licenciada en Psicopedagogía. Doctorado: Universidad de Ciencias Sociales.
A la edad de 10 años, piden a todos los alumnos del colegio donde estudia un escrito sobre la Navidad y obtiene el primer premio con un poema.
En septiembre de 2008 empieza a colaborar en revistas, antologías, libros y periódicos (en papel y electrónicos). Sus poemas están publicados en España, Estados Unidos, Chile, Canadá, etc.
Actualmente colabora en la edición de un libro sobre poesía, pintura y gastronomía. Así como en una antología de poemas eróticos. Algunos poemas suyos pueden leerse también en el blog Parresia del sur: http://parresiadelsur.blogspot.com/

Un poema de Txus García

•marzo 18, 2010 • 2 comentarios

Todo el suelo del mercadona lleno de rotos esquemas

(de señoras respetables)


Te explicaré este amor paranormal

El raro equilibrio que nos tiene

aferradas a sucias necesidades

que escandalizan

a educados caballeros

y avergüenzan

a las señoras bien

Es por eso

Que se nos abren las bocas sin quererlo

Y se nos escapan unas enormes palabras

Anunciando la sal el cuello

el tibio abrazo de las lenguas

Las familias respetables nos miran

Desde la oscuridad y el fondo abisal

Son feos y terribles peces ciegos

Que velan preocupados por las apariencias

Y yo que con una mano te recobro

Te devuelvo a la forma primera

Al barro esencial al edén bollero

Voy siempre más allá

Desafío la ley que llevas impresa en la piel

y tiro recto

hacia las piernas

Directamente, que les den


Mi nombre es Txus García y nací en Tarragona un asagitarado día de 1974. Soy educadora social -trabajo en un centro de menores- y queer a tiempo completo. En la actualidad vivo un pelín más allá con mi mujer, con la que perpetro espectáculos imposibles y necesarios, tanto en el escenario como fuera de él. Somos responsables del proyecto de gestión sociocultural katalitza.com.

Mi alter ego artístico, Human Trash, lo conforma una rapsoda de gustos absurdos, maniáticos y profundamente asociales. Su actitud invita a entrar en un pequeño y personal cabaret poético que pretende desnudarnos de nuestras divinidades y dejarnos en bragas emocionales. Ella tiene las formas de una monja moderna y el alma de un clown algo perverso. Sus ácidas lecturas de textos nos ofrecen una tierna sátira sobre nuestras costumbres, maneras y sentimientos diarios. Un desastre de proporciones poéticas, vaya…

Mi poesía es circunstancial, bollera, obrera, banal y tonta. Huyo pues, de la poesía endomingada y de los cánones por pura ignorancia. Versos incultos pero sinceros, sin rima pero con ganas. Poesía de la basura emocional, de la mentira cotidiana, del sufrimiento pequeño, del sexo mal hecho y de la insatisfacción constante. Ella como espejo, borracha de vulgaridad, nosotras como espectadoras de lo sublime que puede ser lo absurdo. Puaj, la poesía y su aura divina.

Más en: katalitza.blogspot.com

Semana a la vista:algunas citas poéticas para los días que vienen

•marzo 13, 2010 • Deja un comentario

Después del pasado temporal de nieve, con los huesos helados y las plumas secas, los pájaros avistamos algunos refugios para la semana que va a comenzar…

LOS LUNES EN LA CIGALE: Nueva lectura poética de Sofía Castañón y David Vegue, el lunes 15 a las 20,30h, en el ciclo coordinado por los poetas Juan Salido-Vico y Álex Chico. Encontraréis más información en su blog: http://poesialacigale.blogspot.com/

CICLO POESÍA Y POETAS, coordinado por Dante Bertini, el martes 16 a las 19,30h en la Librería Bertrand. Participarán los poetas Jesús Aguado, Chantal Maillard, Teresa Shaw, Dolors Millat, Antonio Mª Flórez y Goya Gutiérrez.

ENCUENTROS 080, » Poetas y editores en el siglo XXI», charla con David Castillo y Sergio Gaspar, el jueves 18 a las 19,30h en el Ateneu Barcelonès.

DIVERSAS ACTIVIDADES PARA EL DOMINGO 21 DE MARZO, DÍA MUNDIAL DE LA POESÍA…Consultad mapas y brújulas. Organizad saqueos y extorsiones. Cortaos la lengua. Socavad la tierra.

Una deriva inédita de Sergi Bellver

•marzo 7, 2010 • 3 comentarios

Concierto de Barcelona

Naufragio en Allegro, Largo y Presto

Para A. C.

Antes de la escritura, antes incluso de las primeras lecturas en aquella convalecencia infantil, ya habitaba en mí esta sed del náufrago. Amotinado en mi habitación ―tendida sobre el margen de una Barcelona preolímpica y mestiza a punto de desaparecer, sobre la orilla de una balsa informe de chapa y uralita―, refugiado contra la letra muerta en mis dibujos, ya se fraguaba en mi interior la deriva eterna de quien zozobra a sabiendas, la imprudencia atraída por lo que no está inscrito en los mapas. Antes de las grandes orquestas, la dirección y los pentagramas, fue la flauta de hueso del pastor. Así, desde que recuerdo, el sencillo goce de la aniquilación siempre estuvo ahí, antes de las palabras, de las historias ajenas, de las propias ficciones. Y es que perecer puede ser a veces librarse, hundirse en una espuma que borrará el rastro inútil de la costumbre. Bajo el agua mi espíritu está en paz pero no en calma, sino agitado, vivo, encendido. Me siento un pez a punto de volar.

Lo cierto es que he pasado muchos años navegando por ahí fuera, que me he licenciado en sensatez, pero no quiero ejercer. He quemado unas cuantas naves y he aprendido a prescindir de cartas náuticas y de partituras para dejarme guiar por la sed. Sólo por la bendita sed. Y ahora estoy aquí, de regreso en una Barcelona que poco a poco reconozco ―Gràcia ha perdido parte del antiguo vestido y se ha sofisticado, pero bajo el disfraz sigue siendo esa señora de piel tibia a la que uno siente familia cuando abraza―, y me encuentro con la sed intacta y la palabra a punto. Me encuentro, tras años de sordina, con quien de nuevo me hace hablar, como al Bardamú de Céline. Como él, antes de este hallazgo ―dan ganas de celebrarlo hasta la ebriedad―, también yo era apenas un animal.

Entiendo que la lluvia me pone a prueba y quiere desdecirme del reencuentro. Barcelona me recibe con un desaire impropio, casi atlántico, con una semana de lluvias y un rincón prestado en casa ajena, donde guardo los restos de mi penúltimo viaje. La mayor parte de mi ropa no sale de las maletas y apilo cajas de libros en un patio. Oigo cómo se ahoga mi biblioteca ―excepto Moby Dick, supongo― entre el cartón y el plástico, sobre el que las gotas de lluvia resuenan como bofetadas. Es extraño. No tengo miedo, no me puede la ansiedad del que ve hundirse un pasado. En esto también soy náufrago y encuentro un dolor ácido pero placentero en el desposeimiento, en la renuncia, en el cuerpo despojado de pertenencias que se basta a sí mismo como país.

Siento que mi sed es un idioma viejo y sabio pero que mis palabras son toneles que se quiebran contra las olas. Mi silencio, la mejor embajada de mí mismo, me bastaría para decirme si pudiera hablar el gesto. Ahora que tengo delante una isla en la que naufragaría pródigo de una buena vez, noto que se parece más a Ítaca que a la de Serlik: hay tesoro ―me conmueven todas las formas que se me ocurren para adorarlo y ninguna para poseerlo: yo también soy ave marina y aprecio las migraciones―, un tesoro dormido y a la espera, sí, pero en esta isla no hay palmeras ni llueve demasiado, más bien domina la ceniza del olivar y la cal en las casas bajas. Mis patrias son cuatro y dos ya las cantó Serrat: el vagabundaje y el Mediterráneo. La tercera es la palabra y desde hace unos días creo haber reencontrado en una criatura aquella en la que me exiliaría feliz, si pudiera.

Stevenson se fue a los Mares del Sur para librarse de la enfermedad. Yo regreso a mi Mediterráneo para perecer ―para desaparecer y para salvarme, sabedlo― en una costa pedregosa y familiar. No huyo porque estoy aquí para aprender de la fiebre. Tengo delante una pequeña talla de madera de olivo y está viva, es una pequeña deidad agraria, cazadora, ninfa de aceite, leche y carne, negra y brillante como una lágrima de lava que recién vertida se enfría en mis manos mientras las hace arder. No le tengo miedo, no me afecta la ansiedad del que ve precipitarse un futuro ―soy poco masculino en eso, prefiero ahondar en el camino adecuado que catar de pasada el polvo de otros―. Cambiaría la biblioteca de Alejandría por lo que me dicen esos ojos oscuros, por el roce de esa corteza tostada y salina, por la ceniza en mis manos, dichosas de la herida.

A menudo en el borde de los acantilados el viento es más fuerte, pero también a veces empuja hacia arriba. Es curioso como el abismo puede atraerte con un gesto de salvación. Te sostengo, te amparo, no lo hagas, ni lo intentes, guárdate. Y uno, sin embargo, aparta esa columna de aire curtido y se lanza de cabeza. Puede más el oleaje, con su idioma confuso y esquivo, puede más el discurso salobre de la espuma que todas las palabras, que estas mismas palabras inútiles que ahora escribo, porque con ellas no hago otra cosa que remedar de mala manera el deseo de clavar el cuerpo en el agua y diluirme en la corriente. Y salto, agradecido, porque es una bendición encontrar el acantilado preciso, este tesoro inaudito, esta marea paciente que sabe escuchar al náufrago, un roquedal en el que despedazar cualquier armazón de hábitos y convenciones.

Naufragar requiere una disposición, una aceptación de la ruptura como una nueva forma de sabiduría en la ceguera. Porque también a ciegas quiebran la tierra las raíces para sostener un nuevo brote. Y si a algo se parece esta mujer es a un árbol que me atraviesa, que deja nuestras raíces al descubierto, al borde del acantilado, como venas aéreas por las que bombea de nuevo la vida. A veces me parece sobrehumana la fuerza de quien no salta, de quien es capaz de permanecer en su sitio, según los mapas, a una distancia prudente del abismo, con el equipaje a salvo y el pasado seguro. Nadie se engañe, no soy un valiente por elegir este abismo. No hay audacia en esto: sólo la naturaleza del náufrago, que hace su trabajo. Hay brazos y hay labios, hay mujeres, sobre todo, que aun sin llamarte están gritando tu nombre desde la rompiente. Y ese silencio de las sirenas ―así lo escribe Kafka― es tan poderoso que a este Ulises no le queda otra que renunciar al viaje escrito y elegir otro, el más bello, el viaje vertical. Aun si en el salto ella no me recogiera, el tramo en libertad merecería la pena, el trecho de vida del acantilado a la espuma valdría más que la muerte apacible de quien no arriesga, de quien lleva la cuenta de cada gota de tedio en sus venas.

Dino Buzzati supo ―así creo verlo en su escritura― que lo que cuenta es el deseo de un nuevo destino y no el destino mismo. Que lo que alimenta al náufrago, al oficial en la fortaleza, a la gota de agua que asciende por la escalera, no es el resultado, ni la playa, ni el desierto, ni el desván, sino el momento preciso en el que germinan esos caminos. La magnífica espera de Breton se convierte con Buzzati en un vacío precioso, en un anhelo maravillosamente inútil, en el que la simple visión del nuevo horizonte tiene más fuerza que la promesa factible de un territorio. Aquí estoy pues, ignorante de todo cuanto me espera al otro lado pero ansioso por hacer el camino.

Redescubro la ciudad, recorro cada una de sus orillas y albergo la idea de que en estos años Barcelona ha aprendido a sobrevivir a sus errores y, a pesar de los despropósitos, de los desmanes, de esa bonanza burguesa y aburrida que la desbrava, todavía en ella son posibles la deriva, el encuentro y la tormenta. No podría redescubrir nada sin haberlo olvidado antes, así como no hay vida sin que algún tipo de muerte ―conformarse y bajar los brazos es uno de los más duros― deje antes el camino libre. Así me siento en Barcelona, en este concierto en tres movimientos, en esta tempesta di mare en la que una criatura me zarandea sin intención. Es prodigiosa la capacidad del azar para engendrar lluvias en la sed. Me llevo las manos a la frente, entre agradecido y maravillado, y me llora la sonrisa de tener tan cerca esta oportunidad para el naufragio.

Algas y bicicletas, pecios romanos y callejones, gárgolas y estrellas de mar, higueras en los patios y humo del Rif en cubierta, el fantasma del padre errante y un hermano loopoético, luz de luna y son cubano, lámparas de la estepa rusa y rocío en los alerces de Chile, un concierto para flauta y mundo en Barcelona, estancos de absenta y adoquines, hiedras y bicicletas, Gràcia y Raval como campi venecianos, islas duras entre avenidas, avenidas como pontones indignos sobre el Gran Canal de la marca Barcelona. Mejor la Barcelona a granel, los dinosaurios ilustrados en el parque, mejor el palacio intacto de sombras donde la mano busca el muslo y la lengua se hace planta carnívora. Delfines de segunda mano en Sant Antoni y señoras que trafican con libros en la trastienda de las pescaderías. El Gran Cañón del Colorado, los Andes, los Abruzzos y La Cerdanya caben en ese lunar al noroeste de unos labios. La noche homérica de parras y vino viejo palpita en esos ojos oscuros. Trozos de mar arrancados a dos manos para llevárselos al rostro y respirarlos hondo. Sus hombros. Sus cejas. Su boca. El arrecife de su cabello. Su voz de resina. La tarde estival de su sola presencia. Su regazo como una playa sin gente. Todo es lo mismo. No necesito otra cosa que un poco de silencio para improvisar el gesto y naufragar ahí, para exiliarme en ella. Y a mis nuevos amigos para compartirlo. Conchas del Adriático y bicicletas. Esponjas, erizos y libros empapados. Ése es el inventario de mi hundimiento feliz, de esta pequeña muerte que me hace varar, por fin, de nuevo en casa, desnudo y sin mapas ante una diosa de olivo y a salvo de la cordura. Es fantástico naufragar consciente y dispuesto, fantástico estar vivo y elegir la caída, aunque escueza de vez en cuando. Me siento un pez a punto de volar.

Poble Sec, 14 de febrero de 2010.

Sergi Bellver (Barcelona, 1971) es escritor, editor, crítico literario y profesor de narrativa en la Escola d’Escriptura de l’Ateneu Barcelonès y en la Escuela de Escritores de Madrid. Director de TEIDE Taller-Estudio Itinerante de Escritura, iniciativa pionera en España desde julio de 2009, ha impartido cursos y conferencias en eventos como el LILEC’09 de Almería, para el programa «Hoy por hoy» de la Cadena SER y en diversas instituciones públicas y bibliotecas.

Especializado en relato contemporáneo y en literatura de viajes, mantiene desde hace años una conocida bitácora personal, finalista de los Premios Revista de Letras en la categoría «Mejor blog nacional de crítica literaria». Coordina la sección dedicada al cuento en el nuevo portal Culturamas y colabora con artículos, reseñas y otros contenidos en publicaciones como Otro Lunes, Calidoscopio y BCN Week.

Es el responsable de la edición y el prólogo de varios proyectos colectivos de narrativa que verán la luz a lo largo de 2010. Como escritor, y mientras trabaja en su primer libro de cuentos y en una novela, participa en dos antologías en preparación, junto a conocidos autores hispanoamericanos.

Página principal: sergibellver.blogspot.com